María y Manuel
Está claro que toda historia de amor tiene una parte bonita que quizás a simple vista no todo el mundo es capaz de ver, pero cuando me contó su boda, en sus palabras sentí que existía algo muy especial entre ellos, magia.
María es madrileña, de madre asturiana y padre berciano (de Ponferrada), y él un sevillano de raíces asturianas, que vive en Madrid desde hace varios años.
Nos conocimos hace seis años en un jueves de afterwork gracias a un amigo en común que nos presentó. Resulta que trabajábamos juntos en la misma consultora pero en diferentes plantas y departamentos.
Dos años después de cruzarnos por el pasillo e ignorarnos (literalmente), casualidades de la vida nos metieron juntos en el mismo proyecto y empezamos a hablar.
Nunca hemos negado que invertimos más tiempo en hablar de nuestra vida que en el proyecto jejej. Fue flechazo total…
El verano de 2020, a pesar de las circunstancias del momento, Manuel le pidió matrimonio, y desde el principio tuvieron claro que una vez escogieran fecha, no la moverían.
Directamente pensamos en septiembre de 2021 al ser una buena época en Asturias. La organización de la boda giró en torno a la ubicación de mi pueblo puesto que la única cosa que pedí fue celebrar la misa en la iglesia de Nembra, una aldea en plena cuenca minera. En ese pueblo he pasado los veranos de mi infancia y, además, allí se casaron mis padres y nos bautizaron a mis hermanas y a mí. Es una iglesia pequeña pero muy encantadora, no solo porque se encuentra en medio de un valle rodeada de bosque, sino porque los vecinos y vecinas del pueblo, entre ellas mi abuela, han mantenido la esencia y tradiciones de siempre en la parroquia.
Visitaron muchas fincas para la celebración, querían un lugar en el que los invitados que venían de distintos sitios, pudieran disfrutar del encanto de Asturias, y de su naturaleza. Así que cuando estuvieron en Palacio de Valdesoto, ambos se enamoraron…
Se ocuparon ellos mismos de toda la organización de la boda, María asegura que llegó a ser un poco estresante en algunos momentos ya que lo hicieron todo desde Madrid, sin apenas movilidad por confinamiento… Aún así, el resultado no pudo ser mejor!
Ambos se vistieron en dos conocidos hoteles de Oviedo. María compartió ese momento con sus hermanas y su madre, y según me cuenta, fue divertidísimo estar desde las 8 de la mañana con ellas en la habitación mientras les maquillaba Jana Tárrago y les peinaba Míriam Martínez, muy profesionales, rápidas y atentas.
El vestido es de Inés Lacasa y solo puedo tener palabras bonitas para ella. Además de ser muy creativa, es una persona cercana y atenta desde el primer día, a la que puedes mandar un whatsapp en cualquier momento y comentarle una idea que se te ha ocurrido. Fue un proceso muy fluido y fácil con ella, repetiría mil veces.
Llegué a ella a través de una amiga que se había hecho el vestido con Marcela Mansergas e Inés. Empezamos a hablar en septiembre de 2020 y de las diseñadoras que visité fue sin duda la más cercana y con la que mejor me entendí. De hecho, después de hablar con ella tenía muy claro que iba a ser ella, pero me daba cosa no visitar otros Ateliers porque siempre dicen que es bueno valorar distintas opciones.
Yo quería un vestido de corte sencillo, escotado de espalda, que pudiera cubrirse en la misa con un abrigo con cola. Con esa premisa Inés empezó a hacerme el boceto y ¡acertó de lleno en lo que buscaba! Además, como punto diferenciador de Inés, ella se centra mucho en elegir el tejido, buscando tejidos naturales y ligeros. Mi vestido fue en crepe satinado en un color crudo y el chaleco de bambula de seda súper fino y delicado. Los cruces asimétricos de la espalda fueron idea total de ella y las mangas, después de darles muchas vueltas, decidimos que fueran anudadas y rematadas en campana como un guiño a los vestidos de gitana de Sevilla.
Sobre el abrigo, la idea de hacer el nido de abeja surgió de repente y cuando me propuso bordar hasta debajo de la cintura me pareció súper diferente y elegante. ¡Ojalá ver más nido de abeja en novias!
María estaba guapísima!!
En el pelo llevó una pulsera familiar de la abuela de Manuel, y en el ramo un broche de su abuela; con el fin de que ambas les acompañaran de una manera simbólica, en un día tan especial. Los zapatos eran el modelo Perdita de Flor de Asoka, y asegura que son comodísimos además de bonitos.
El vestido y abrigo de su madre también son diseño de Inés Lacasa, y dice que fue muy divertido y bonito, participar junto a ella en el proceso de creación.
Por otro lado, el vestido de madrina lo hizo AHT, una diseñadora muy conocida en Sevilla que además es amiga de la familia.
Arrasó tanto el color como el corte y la mezcla con la mantilla. ¡La peineta además tenía un motivo de la Giralda!
Del vídeo se encargó Milo de Perspective Studio, y fue él quien les recomendó a Javi Abad de F2 Studio.
Vimos el trabajo de los dos, espontáneo, natural y con muy buena luz, y nos pareció el tándem perfecto. Trabajaron muy bien juntos y nos guiaron con confianza en todo momento.
Verónica de Ixia Diseño Floral fue quien realizó la decoración floral de la iglesia, se trata de una florista de un pueblo cercano en la que confiaron plenamente. Decidieron enmarcar los arcos de la entrada, el pasillo y el altar en tonos verdes y blancos, y poner una esquina de recepción de invitados con paraguas, mascarillas con estampados diferentes y confeti y pétalos de rosa para la salida de la iglesia.
Toda la papelería de la boda fue obra de Neira Paint & Pape, un acierto! Quien además, hizo unas acuarelas personalizadas para los testigos. Y de la decoración floral del Palacio de Valdesoto se encargó el Invernadero de Oviedo, en tonos azules y berenjena.
Fue una boda realmente bonita…
Mil gracias María y Manuel por compartir algo tan bonito…
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